BORGES EN LOS TERRITORIOS DE LA CIENCIA FICCIÓN



Por Iván Rodrigo Mendizábal*

En una oportunidad anterior me he referido a un mecanismo que es característico de la ciencia ficción: el extrañamiento cognitivo que deriva en el novum, tomando en cuenta los planteamientos, ya clásicos, de Darko Suvin en Metamorphoses of Science Fiction: On the Poetics and History of a Literary Genre (1979). Precisamente en mi texto: “Ciencia ficción y fantasía: a propósito de ‘Utópica Penumbra’”, publicado en Ciencia Ficción en Ecuador el 4 de octubre de 2014, decía que:

“(…) la ciencia ficción emplea la estrategia del distanciamiento o del extrañamiento, donde lo que se representa lleva a la impresión de que hay un tema que se conoce pero al mismo que parece desconocido. Esto quiere decir que, diferente a la cuestión que se da en lo fantástico, el mecanismo de la ciencia ficción hace que todo pueda aparecer como extraño, sin que esto necesariamente lleve a la incertidumbre. Acá entra en juego la cognición, es decir que lo que se representa aparece como una realidad nueva para el lector”.

Y más adelante señalaba que:

“Con el novum se da el distanciamiento y lo cognitivo. En el interior del relato de ciencia ficción, el novum lleva a que se articule un mundo posible, diferente y extraño. Es decir, un nuevo emplazamiento donde es posible situarse imaginariamente”.

Pues bien, si la el distanciamiento –o extrañamiento– nos llevaría a desplazarnos, el novum nos ayudaría a emplazarnos. Esto es lo que quisiera discutir brevemente en este artículo respecto al trabajo de que hace Jorge Luis Borges en su ciertos cuentos, los que tienen que ver con la ciencia ficción –aunque él no los haya caracterizado de este modo–. El objeto de mi interés es particularmente el cuento “Tlön, Uqbar, Orbius Tertius”, al igual que “La Biblioteca de Babel”, ambos publicados en su libro Ficciones (1944).


Consideremos al novum como lo nuevo, como lo desconocido, el cual lleva a que se establezca una realidad alternativa; pero también es el mecanismo por el cual una historia que simuladamente toma como referente lo que se conoce lo proyecta a un tiempo histórico que es diferente, creando para ello un mundo con sus propias relaciones, con sus normas socioculturales. En este marco, este fenómeno o percepción de alguna manera actualizaría, según Suvin, la experiencia actual.

Para su consecución, si bien son útiles los recursos narrativos y de estilo, al igual que de referencia o de profundo conocimiento de las ciencias y el trabajo de las tecnologías, el escritor de ciencia ficción debe emplear los recursos semánticos o tropos, donde las figuras retóricas tendrían que llevar a la metaforización. Por ejemplo, “los mutantes o marcianos, hormigas o nautiloides inteligentes, pueden ser utilizados como significantes, donde solo pueden significar relaciones humanas, teniendo en cuenta que no podemos –por lo menos hasta ahora– imaginar otro tipo de relaciones”, de acuerdo a Suvin. El novum, en este caso, llevaría a lo que se conoce como el “desplazamiento”, y quizá con más propiedad, a un nuevo emplazamiento, dado que viendo desde el presente, la narración nos hace que anticipemos.

Esa modalidad de desplazamiento-emplazamiento en Foucault es la denominada heterotopía –ver para el caso, “Of other spaces: utopias and heterotopias”–. Borges, por ejemplo, ensaya a pensar la ciencia ficción a través de un cuento en el marco de la heterotopía; ese cuento es “Uqbar, Tlön, Orbis Tertius”.

El cuento es acerca de un libro y un planeta, pero también de la biblioteca y de un mundo desconocido. Estos vectores son claves en la narración, vectores que permiten al lector estar dentro de un espacio de espacios, dentro de un tiempo que involucra a otros tiempos. De este modo, la biblioteca es un universo inconmensurable y ubicuo que admite combinaciones –semióticas–, o si se quiere, una heterotopía o, si tomamos en cuenta a Foucault, “espacio heterogéneo [donde prevalecen] una red de relaciones que definen emplazamientos irreducibles unos a otros y absolutamente no superponibles”. En dicha heterotopía se yuxtaponen, en un espacio supuestamente real, otros espacios, con sus temporalidades: mediante la lectura uno ingresa a un espacio “otro” el cual contempla diversas posibilidades de movilización.

En otro cuento, “La Biblioteca de Babel”, el mismo Borges señala, asimismo, que en dicha biblioteca uno se encuentra frente a frente con el narrador quien administra en su área “la historia minuciosa del porvenir”. Curiosamente esta biblioteca tiene un libro, el Axaxaxas mlö, libro escrito en una lengua criptográfica o alegórica, acaso el libro total de Borges, uno también escrito como una heterotopía. Es de observar que su título sugiere una cadena de ADN, o indica al Hombre del Libro e inclusive al libro que abarca todo lo demás y que, por paradoja, permite comprender el lenguaje de uno de los mundos, Tlön, que narra la entrada –inexistente– de la supuesta The Anglo-American Cyclopaedia acerca del planeta –también inexistente– Uqbar del cuento “Uqbar, Tlön, Orbis Tertius” en el que la pesquisa hace aparecer otro libro: A first Encyclopaedia of Tlön. Hlaer to Jangr.

Con todos estos datos, Borges –y el lector– descifra y descubre la existencia de un mundo-planeta, con su lógica organizativa y ordenadora de la vida. Empero la paradoja o el problema es que incluso el cuento de Tlön nos dice que el libro que revela su existencia es misterioso y peor aún, es inexistente. Si consideramos a ese mundo-planeta como un mundo heterotópico –fuera de la heterotopía de la narración–, se constata que, de acuerdo a Foucault:

“(…) hay países sin lugar e historias sin cronología; ciudades, planetas, continentes, universos cuya huella sería muy imposible detectar en ningún mapa ni en cielo alguno, muy sencillamente porque no pertenecen a ningún espacio. Sin duda esas ciudades, esos continentes, esos planetas nacieron, como se dice, en la cabeza de los hombres o, a decir verdad, en el intersticio de sus palabras, en el espesor de sus relatos, o incluso en el lugar sin lugar de sus sueños, en el vacío de sus corazones; en pocas palabras, es la dulzura de las utopías”.

Entonces, el novum radica en que al leer “Uqbar, Tlön, Orbis Tertius”, en definitiva la historia de Uqbar y de Tlön, uno está obligado a hacerlo de forma oblicua para entrar, al tono de Foucault, a espacios diferentes, a países, a planetas, a universos sin lugar –e inexistentes–, nacidos en/dentro el/del intersticio de las palabras, en la trama de las historias: en otras palabras, percibimos la historia de Tlön en el tiempo-ahora pero su secreto lo vemos en tiempo futuro. ¿Qué es lo que en definitiva estaría delineando Borges? La respuesta es inmediata: los mundos otros, ubicuos y sobre todo ideales o heterotópicos; la ciencia ficción, con toda la racionalidad científica y tecnológica que puede implicar, a su vez llevaría a pensar la vuelta al mundo de los ideales; quizá el otro novum de la ciencia ficción tiene que ver con eso que Ferreras en La novela de ciencia ficción (1972), señalaba: una visión ruptural precisamente con dicha racionalidad, es decir, el modo de contarlo.

Con el ejemplo de Borges, teniendo en cuenta a Suvin y a Foucault, nos damos cuenta de la posibilidad del desplazamiento/emplazamiento. En primera instancia la ciencia ficción supone el viaje, la exploración, el encuentro con una realidad otra. En segundo lugar, también el conocimiento mismo de determinada realidad. En Suvin el desplazamiento dado en la ciencia ficción, del espacio actual, al tiempo futuro, supone que la ideología del positivismo, por más promesa que implique esta, no llega a cumplir el ideal de emancipación; entonces, la ciencia ficción como conocimiento permite la extrapolación de la vida actual, con su lógica capitalista a un locus nuevo donde incluso la lógica capitalista se puede explicar mejor en sus inconvenientes que llevaron a no cumplir con el deseo emancipatorio. De este modo, lo que vemos, incluso con los cuentos de Borges señalados, es que en los espacios y tiempos otros, diferentes, hay lógicas organizativas que permiten establecer hipótesis respecto a la realidad y su proyección al futuro, mediante la analogía con la realidad misma. Esto lleva incluso a plantearse preguntas de carácter cognitivo. Vuelve a prevalecer la idea de ¿qué pasaría se hay (si se encuentra) otro planeta, diferente al nuestro, con su organización social hermética en la que el ser humano halla su propio límite? O si se quiere, ¿qué pasaría si el texto de ciencia ficción narra la existencia de otro planeta, pero dado que existe esa realidad tan fuerte, de pronto no se posible socializarla porque podría desestabilizar lo que en la realidad se planteó como utopía vivida (el capitalismo)? Suvin señala:

“Cualquier texto significativo de ciencia ficción, por lo tanto, se debe siempre leerle como una analogía, como un lugar, entre un símbolo vago y también como una parábola dirigida, (…) [o como] una extrapolación en sí misma, como un procedimiento científico analógico (y no una pura formalización aritmética) que se predica bajo una responsabilidad estricta (o cruda) entre puntos desde y hacia el cual la extrapolación se realiza: [entonces] la extrapolación es unidimensional, es un limitado caso científico de analogía”.

La ciencia ficción, por lo tanto, extrapola: pone a la vista, extrañamente, distanciadamente, la realidad, en otra, como si fuera un caso científico, incluso usando a la ciencia como motivo. De la mano de esta operación aparece paradojalmente la idea de futuro como deseo: pero sobre todo en cuanto la ciencia ficción pone de manifiesto los desarrollos sociales entrecruzados de intenciones, aspiraciones y creencias que se contraponen al pasado histórico, a lo que en el mundo de la realidad cotidiana ya ha sucedido y ha quedado atrás. En el seno de la idea de futuro, gracias a la estrategia narrativa de la ciencia ficción, se entrecruza con la idea de la anticipación; de este modo, parafraseando a Suvin, la ciencia ficción se presenta como un camino que permite ir más allá de lo que no hace la filosofía ortodoxa de las ciencias, incrustando en ellas la idea del hombre. Empero, dice este autor, se debe diferenciar la anticipación científica del subgénero de la anticipación, donde la primera muestra la ideología tecnocrática mediante la extrapolación, y la segunda hace aparecer el recurso literario de la extrapolación como tal.

En conclusión, en la obra de Borges hallamos emplazamiento nuevo, mediante un extrañamiento premeditado –porque el autor además crea referentes falsos como si fueran verdaderos–, en el que entramos a pensar en la historia, en la historia de nuestros hallazgos en alguna biblioteca ideal. La finalidad, en tono de la ciencia ficción, es extrapolar las propias preocupaciones acerca de cómo se origina el conocimiento.

*Fuente: https://cienciaficcionecuador.wordpress.com/2015/06/14/borges-en-los-territorios-de-la-ciencia-ficcion/

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